EL
RESTAURANTE DE MARTÍN.
En un
pequeño restaurante de una callecita de Córdoba llamado El Rinconcito, el propietario se veía en apuros
para que su restaurante, saliera de nuevo adelante ya que debido a su
competencia se encontraban arruinados casi al borde del cierre.
Martín el dueño no sabía que poder hacer para que no
le cerraran.
Un día
estando en el restaurante en el que apenas había gente, pensó en que podía
hacer para volver a llenarlo y fue cuando se le ocurrió la idea de contratar a cocineros
jóvenes con creatividad e imaginación para que le ayudase. Repartió papeles por todas partes fue a todos los lugares posibles
para promocionar su oferta.
Al día siguiente por la mañana Martín
se levantó con el pensamiento de que nadie iba a asistir a la entrevista en la
cual solo tenían que presentar ideas y el que más creatividad tuviera sería el
elegido. Pocas horas después ya era la hora de las entrevistas, Martín abrió
las puertas de su restaurante con poca seguridad de que alguien asistiera.
Pocos minutos después empezaron a entrar varias personas de las que había
bastante variedad de edades. Martín alzó la cabeza y se sintió orgulloso de que
la gente se interesara por el puesto de trabajo del que había sido muy
precipitado y no les habría permitido pensar ni ser creativos… les dio paso a la cocina a todos, en los que
cada uno tendría su espacio para cocinar, mientras él les observaba y les
preguntaba cosas. Se acerco uno por uno hasta llegar a una niña de la cual se
asombró ya que ella no llagaba a tener los 17 años la cual se llamaba
Emma.
El al
observarla se veía impresionado la profesionalidad que tenia la niña al
cocinar, ya que parecía muy segura de sí misma y sabiendo perfectamente lo que hacía.
Emma cocinaba platos tan extraordinarios que Martín se quedó impresionado.
Cuando se
acabó el tiempo se reunieron los participantes en una sala a esperar, mientras
Martín y sus cocineros degustaban y observaban tan impresionantes platos. No sabían
cual elegir ya que todos eran fabulosos, los reunieron y eligieron los dos
mejores de los cuales serian los nuevos trabajadores, entre ellos estaba
elegido el de Emma y el de otro chico llamado Jorge les dio la bienvenida
al restaurante.
En las horas próximas se iban a reunir todos y expresar sus
ideas y creatividades. Los dos elegidos tenían una imaginación increíble a la
hora de crear un nuevo plato, combinaban alimentos de las diferentes escalas de
la pirámide de alimentación. Martín encontraba en Emma algo especial diferente
a los demás, se veía una chica de 16 años, que hacía unos platos muy originales
y sanos para los menús de los niños pequeños, en cambio Jorge que era algo más
mayor que Emma hacía platos más llamativos para las personas más adultas.
Martín al
ver los fantásticos cocineros decidió contratarlos en su cocina y fue cuando
les explicó el problema que tenía: “Los clientes habituales se estaban hartando
de la poca variedad de comida que había por lo que siempre comían cosas
parecidas y dejaron de ir al restaurante”, y fue a Emma la que se le ocurrió
una gran idea; crear nuevos menús, ella se encargaría de los menús infantiles y
Jorge de los adultos.
Al día siguiente la gente comenzó
a ir a cenar allí, se quedaron tan impresionados de los platos que los
compartieron por todas las redes sociales; a las pocas semanas cada vez iba más
gente y Martín ya podía pagar su deuda, también pudo comprar nuevas sillas y
mesas para que los clientes se sintieran mejor, ya que las que tenían eran
antiguas.
Meses
después llegaron al restaurante algunos ingleses, querían probar la magnífica
tortilla de patatas española que ellos hacían, Martín muy contento de que a su
restaurante fueran personas de otros países decidió poner un espectáculo para
que vieran las tradiciones que tenia Andalucía como el baile y en cante
flamenco.
Al año
siguiente El Rinconcito llegó a ser uno del restaurante más visitado del mundo,
el famoso chef Roberto decidió ir a Córdoba para comprobar sus degustaciones
del menú.
Martín se encontraba en la recepción de restaurante cuando de repente
observó que por la puerta entraba el chef Roberto al que tanto admiraba al
verlo se puso muy feliz pero nervioso porque el siempre soñó con que él fuera a
su restaurante; Martin decidió encargarse de servirle al chef al que todo le
pareció exquisito, lo que él no sabía es que el chef no solamente iba a
degustar sus menús si no que también era el que valoraba a la hora de dar las
estrellas Michelín.
Al acabar la comida el chef Roberto le dijo a Martín que tenía un buen
restaurante y que estaba allí para valorar sus menús y darle una puntuación
para poder conseguir la estrella Michelin. Que en unos días saldría publicado
la nueva lista y entonces vería si su restaurante estaba entre los elegidos.
Cual fue la
emoción de Martín que vio el nombre de su restaurante en la lista que el chef
le había comentado y no solo con una estrella si no con dos estrellas Michelin
y todo gracias a la idea que tuvo de contratar a nuevos cocineros como Emma y
Jorge que le habían ayudado a conseguirlas y a salvar su negocio.